Hay un devenir mujer que no se confunde con las mujeres; y las mujeres deben entrar en él para poder escapar a su pasado y a su futuro, a su historia. Gilles Deleuze
Lo femenino no es la mujer, tampoco es lo opuesto de lo masculino, sino una curvatura, nunca está donde se piensa, muta, los metlapiles de Gloria Carrasco ponen en evidencia los mecanismos psicológicos y culturales de significación, transfigurados por la artista son menos objetos que obstáculos, preguntas, puentes que evocan un origen pero lo desarticulan.
En Prófugos del metate, el metlapil ha escapado a su destino manifiesto para cuestionar los usos y costumbres asignados a su forma, fuera de la cocina altera el orden de los valores sociales y culturales, se rebela contra los estereotipos de género, usurpa los lugares que le estaban negados para diseminarse en una serie de historias donde lo femenino se desborda para romper su confinamiento.
Gloria Carrasco toma prestada la forma del rodillo volcánico para construir nuevas metáforas: una pierna de mujer, un envase de coca cola, un nido, una coladera, un columpio, un mapa. La mirada atenta y la curiosidad, llevan a la artista a crear asociaciones inesperadas, críticas, lúdicas. Reminiscencias de la infancia, del caos, de la violencia, cuestionamientos incisivo del entorno.
La forma acuna a la madera, al plástico, al barro, al metal, a la talavera, la materia apela a un oficio, a una geografía, a un contexto que se pone al descubierto por esa mano prófuga.
Las distintas intensidades que la forma ofrece dan ocasión para que Gloria Carrasco de testimonio de los registros emotivos que se dan en nuestro acontecer, el objeto se convierte así en el vehículo por el que las problemáticas contemporáneas se hacen presentes: la violencia, el mercado, la industria del consumo, el feminicidio. Son testimonios del dolor pero también de la no complacencia, de la capacidad que tenemos para transformar un signo en otro. La mano de la artista emula a la mano de la artesana, la mano de la ama de casa, la de la campesina, la de la obrera, la de la costurera, la de la revolucionaria, la mano que busca entre los escombros del pasado un nuevo devenir.
La mano del metate no es blanda ni dócil, la mujer que toma un metlapil, puede convertirlo en utensilio de cocina, en instrumento decorativo o en arma. La piedra que muele es la piedra que deshace, la que rompe, la que abre nuevos significados.
En la serie Prófugos del metate, los metlapiles de Gloria Carrasco desbordan los binarios femenino/masculino, urbano/rural, para convertirse en elementos híbridos, rebeldes, prófugos, sin dejar de lado su origen cultural, dialogan con el todo. Nos invitan a la empatía, a la reflexión, al descubrimiento, su capacidad plástica incita a imaginar otras preguntas, otras cartografías y otras formas de abastecer a nuestro presente con imaginarios insumisos.